viernes, 7 de agosto de 2015

aloha



Aloha, queridas. 



El último día que trabajé en La Central, me compré La agenda de tu futuro. Fue algo simbólico. Era enero, se me acababa el contrato y no sabía qué iba a pasar. Tenía claro que no quería volver a Logroño, pero todo dependía de encontrar un nuevo trabajo para poder quedarme. Así que, bueno, la agenda como un tótem.

Ahora paso las hojas vividas de la agenda, donde he ido apuntando entrevistas de trabajo, eventos a los que he ido o he participado, y cosas del tipo: hoy salí de cañas con tal y tal; hoy conocí a tal; fiesta coñazo en casa de cual; estoy enamorada, es un hecho; mudanza, calor y muerte, y otras cosas del estilo. Esto me ha servido para darme cuenta de lo afortunada que soy y para tener un control del tiempo. Y es que estoy sometida a tantos estímulos, a tantas actividades y a tantos cambios, que cada semana me parece toda una vida y me impaciento fácil.

Para tener un control. Qué mal suena. Qué mal suena, sí. Realmente suena mal hasta decir que soy afortunada. 

Lo que venía a decir es que han pasado muchas cosas desde el año pasado. Que ha sido un camino muy intenso, que he aprendido mucho, que estoy entera y a salvo, y muy feliz. Que ha llegado el momento de emprender otra aventura. Aloha.




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